martes, 17 de agosto de 2010

¿Con quién te irías a una isla desierta?

A veces me he tenido que enfrentar a esta pregunta, otras veces he sido yo el que ha povocado que otros la afronten. Resultado: todos escogemos aquellas personas con las que creemos que existe compatibilidad, con las que creemos que no tendremos conflictos ni "malos rollos", o las que aplaudirán todas nuestras decisiones, pues ¿para qué complicarnos la vida?

Lo realmente "cruel" de la pregunta es darnos cuenta de que en la realidad las cosas no funcionan así. Nadie escoge a los miembros de su familia, sus compañeros de trabajo o la sociedad en la que nace, y son, sim embargo, aquellos con quiénes más tiempo compartimos a lo largo de nuestra vida.

Podríamos aún aumentar el nivel de "crueldad" de la cuestión: ¡solos no podemos vivir! Así que enfrentarnos a la cuestión de la "convivencia", sea al nivel que sea, es inevitable nos guste o no.  Y pecando casi de "masoquismo" me atrevo a decir que ningún grupo humano, por ideal que pueda ser y modelado según nuestros propios criterios, está exento del conflicto y la confrontación... ¡Así somos los humanos!

Conclusión: que cada uno saque las propias, que todos somos "mayorcitos". Yo sólo sugiero este texto de Jean Vanier, filósofo-teólogo, fundador de "El Arca", pero sobre todo "experto en humanidad":

"En estos tiempos en que las ciudades son tan despersonalizadas y despersonalizantes muchos buscan la comunidad, sobre todo cuando se sienten solos, fatigados, débiles y tristes. Para otros, estar solo es insoportable; es un gusto anticipado de la muerte. La comunidad aparece entonces como maravilloso lugar de acogida y participación.

Pero bajo otro ángulo, la comunidad es un lugar terrible. Es el lugar donde se revelan nuestras limitaciones y egoísmos. Cuando empiezo a vivir todo el día con otras personas, descubro mi pobreza y mi debilidad, mi incapacidad de entenderme con algunos, mis bloqueos, mis frustraciones, mis celos, mis odios y mis deseos de destrucción. Mientras estaba solo, podía creer que quería a todo el mundo; ahora con otros, constato lo incapaz que soy de amar y rehuso la vida con otros. Si soy incapaz de amar, ¿qué queda de bueno en mí? Sólo hay tinieblas, desesperanza y angustia. El amor es una ilusión. Estoy condenado a la soledad y a la muerte.

La vida común es la revelación penosa de los límites, debilidades y tinieblas de mi ser; es la revelación, a menudo inesperada de los monstruos escondidos en mí. Esta revelación es difícil de asumir. Enseguida se trata de alejar esos monstruos, o volverlos a esconder o negar su existencia; o se huye de la vida comunitaria y de la relación con otros; o se les acusa a ellos y a los monstruos que hay en ellos. Pero si se acepta que estos monstruos están ahí, se les puede dejar salir y aprender a domarlos. Es el crecimiento hacia la liberación.

Si somos acogidos con nuestras limitaciones y con nuestras capacidades también, la comunidad poco a poco se convertirá en un lugar de liberación; descubriendo que somos aceptados y amados por los demás, nos aceptamos y amamos mejor el lugar donde se puede ser uno mismo sin miedo ni violencia".
(Jean Vanier, La comunidad: lugar del perdón y de la fiesta, 1995)

Quizá donde el autor escribe "comunidad" podríamos poner "familia", "amigos", etc. Lo dice alguien que ha "saboreado" la vida en común, haciendo de las personas con discapacidad intelectual su propia familia, confrontando sus propias limitaciones con las limitaciones del otro. Pero no seré yo quien se atreva a presentarlo. Aquí dejo un video de su página web que nos ayudará a descubrir a este grande en "humanidad y divinidad".



A Man and his Vision from L'Arche Canada-Communications on Vimeo.

domingo, 1 de agosto de 2010

Team Hoyt - ¡Tú puedes!

 Supongo que muchos de vosotros ya conocéis a este impresionante "equipo Hoyt". Para mí ha sido todo un descubrimiento... ¡la fuerza del amor es invencible! Os invito a ver este video entre chapuzón y chapuzón, o en medio del calor del verano... Quizá en este tiempo, en que parece que la "maquinaria" se frena un poco, aparezcan momentos de reflexión... y recargar nuestras baterías con estos "héroes" nos puede venir bien.




Porque creo que la fuerza brota de la debilidad,
porque creo que nada hay imposible.

Porque creo en los héroes cotidianos de barro,
con corazones anclados en la esperanza.

Y ahora destierra de tu vida para siempre
todo lo que te paraliza y te hace incapaz de soñar.


¡Qué hermoso poder llamar a Dios "Padre"!