viernes, 29 de octubre de 2010

Entre sueños y realidades

Dudé en colgar esta reflexión más introspectiva, pero pensaba: "¿Y qué mejor sito que el Atrio de los Gentiles, un espacio abierto al cielo?" Así que ahí va.

¡Cuántas veces siendo niño soñé con ser pájaro! Gaviota sobrevolando costas, contemplando el azul eterno que funde el mar y el cielo. Sobre mi cuerpo la resistencia del aire en el avance a contracorriente, los ojos casi cerrados, y la lágrima... ¡volaba!

Poco a poco aquel sueño se esfumaba de mis noches mágicas, cargadas de ilusiones y fantasías... La luz demoledora del mediodía petrificaba mis pobres alas aventureras, y ante el espejo de la realidad se desvaneció por completo mi sueño de volar en libertad.

El día en que subí por vez primera en avión dejé de ser niño. Aquella compleja maquinaria que posibilitaba el vuelo del aparato me convenció para siempre de lo imposible de mis sueños infantiles. Impacto fatal contra una realidad que mutiló cruelmente mi deseo. Aquel día me sentí adulto. "Jamás podrás volar, ¡acéptalo!". Y negándome a ser un frustrado de por vida acepté - no sin dolor - que sólo los pájaros vuelan.

A menudo viajo en avión. Ahora sé que las nubes no son de algodón y que las estrellas no se pueden tocar cuando se está allá arriba. Pero me gusta contemplar el mundo desde las alturas... ¡es hermoso! Acrecienta en mí el deseo de pisarlo cada día, de recorrerlo disfrutando de cada paso, sintiéndolo palpitar bajo mis pies... Ahora la tierra me hace vibrar como los cielos no consiguen hacerlo.

Y, sin embargo, no dejo de mirar al cielo. He aprendido a vivir "entre sueños y realidades". No quiero ni sueños que enmascaren la realidad, ni realidades que encadenen perpetuamente la capacidad de soñar en libertad. Cada paso es una constante lucha: "¿por qué no adaptarse?", "¿por qué no hacerse definitivamente terrenal?", "¿por qué  no aceptar la derrota categórica de  lo real?".

Lo sé... ¡jamás volaré! Pero no olvido que un día soñé con volar... Y algo dentro de mí me sigue hablando del cielo, aunque aún siga pegado a este suelo.


5 comentarios:

  1. Rafa¡¡¡

    La verdad, tienes don de poeta ¡ ( o escritor, quién sabe¡ ).

    Me he identificado mucho con tus refexiones...porque , auqnue no te lo creas, a mí me pasó algo parecido. La primera vez que monté en avión me hice mayor¡¡¡¡¡ Realmente no fue la primera vez que monté en avión, ya que la primera vez fue sólo con meses¡¡¡¡ Pero si la primera vez que era consciente de mis pensamientos. Entonces me di cuenta, como tú dices, que las nubes no eran algodón ( curioso, verdad ?, porque desde 'aquí abajo' nadie diría que son otra cosa,ja ja ). Y también me di cuenta de que a 'los ángeles' no se los veía por el cielo, y desde ese día, me hice atea...Nunca creí en ello, pero ya cuando no vi los ángeles ( que todos afirmaban que vivían allí ) , las cosas para mí se tornaron muy evidentes¡ jajaja..Curiosa las deducciones infantiles ¡

    Te echamos de menos por mi blog¡ : )

    Saludos¡¡¡¡


    Nunca dejes de soñar : )

    ResponderEliminar
  2. Me conoces casi mejor que yo misma ...
    de hecho hasta podías imaginar mi comentario, no obstante lo diré en voz alta para seguir siendo yo: lupi.

    Por mucho que parezca estarlo, no "me adaptaré";
    no permitiré "hacerme definitivamente terrenal";
    nadie me obligará a aceptar la "derrota categórica de lo real".

    Hay cosas que no debemos permitir que nos quiten, la ilusión: si una vez conseguimos salir del agua y levantarnos sobre dos piernas ¿quién dice que no evolucionaremos hasta poeseer alas? aunque no lo veamos ni tu ni yo...

    Ya sabes que te quiero ¿verdad?, pues eso ;)

    ResponderEliminar
  3. Ehhh???.... Pero cuando hemos dejado de ser niños????.... si yo sigo soñando con lo mismo desde siempreeee… ays… pero ¿entonces?... ya debemos ser adultos porque nos toca???... me niego… seguiré siendo esta niña que como tú intenta seguir aprendiendo a volar…

    Bueno, en realidad, el alma de niños nos caracteriza porque siempre estamos buscando con los ojos de un niño… buscamos hacer cosas para sentirnos felices, para sentirnos útiles y para compartir… para, como tú dices… ser libres…

    El ser niño no desaparece de uno mismo siempre que tengamos la capacidad de, entre los terrenales, serlo, cuando podamos, cuando nos dejen… cuando deseemos hacerlo…

    Pero, entonces, ¿ya somos mayores?... digamos que sí, porque somos conscientes de lo que nos rodea… pero vamos a seguir jugando ¿no?.... ¿Quién se apunta?...

    Aquí, la compañera de fatigas de aquellos que siempre buscan la ilusión de hacerlo todo… desde la vista de un niñ@…

    Como se nota que estas cerca… bss…

    ResponderEliminar
  4. TU RELATO ME TRAE RECUERDOS DE MI INFANCIA...QUIEN NO QUISO VOLAR SIENDO NIÑO?
    PIENSO QUE EL HOMBRE TIENE HAMBRE CIELO, DE ALTURAS, POR QUE A PESAR DE NO TENER ALAS, Y SER SU DESTINO ANDAR, CULTURALMENTE, Y TEOLÓGICAMENTE, LO PREPARAN PARA EL CIELO, ABRAZOS QUERIDA MARILUZ

    ResponderEliminar
  5. Las letras nos empujan siempre a volar...Tú lo haces en tu escrito y nos impulsas a todos a seguir haciéndolo.El espíritu tiene las alas de la imaginación y de los sueños,por tanto hemos de seguir volando...!!
    Mi felicitación y mi abrazo por ese niño interior,que sigue dándote mucha fuerza.
    M.Jesús

    ResponderEliminar

Deja tu comentario. El intercambio nos ayuda a crecer.