Comentario al texto del evangelio de Mt 18,21-35 para el domingo (XXIV del Tiempo Ordinario), tomado de la revista Diócesis
Hace unos años le preguntaron al Card. Amigo: “Cardenal, ¿qué es lo más grande que ha hecho usted por amor?” A lo que él respondió tras una breve pausa: “Perdonar”.
La duda de Pedro: “¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano?” Podría traducirse como: “¿Tiene límites el perdón?, ¿tiene límites el amor?” A lo que Jesús responde: “Hasta setenta veces siete”. Es decir, el perdón es ilimitado porque el amor de Dios es inconmensurable, y rompe las alambradas con las que tantas veces atrincheramos nuestro corazón.
¡A desalambrar corazones! Pero, ¿cómo hacerlo? La parábola del deudor indultado incapaz de apiadarse de sus deudores responde así: “Perdona en la medida en que has sido perdonado”, o bien, “ten en cuenta que tu perdón es siempre desmedido respecto a la misericordia que Dios ha tenido contigo” ¡Diez mil talentos frente a cien denarios!
Quien ha experimentado el perdón sincero, quien se ha sentido disculpado, comprendido en su debilidad, renovado en su interior por el amor que repara y sana heridas, no puede cerrar su corazón al perdón y la acogida del hermano. En el otro verá a un “hermano” que se ha topado con su fragilidad, y tiene el mismo derecho a encontrar una mano que lo alce, que lo envuelva con el velo de la misericordia y lo regenere por la gracia del amor.
“Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, es la petición del hombre a Dios en el “Padrenuestro”. “Perdona a los que te ofenden como yo te perdono a ti”, es la petición de Dios al hombre en el “Hijosmíos”.
Habría jurado que ya pasé por este blog, pero al buscarme entre los seguidores, no me encontré... Sea como fuere, el error está corregido: Voy a seguirte, pues me pareció muy interesante.
ResponderEliminarUn saludo.
Humberto.
Ese "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden", pesa como una losa sobre nuestro día a día. El orgullo nos impide reconocer que -muchas veces- somos nosotros quienes debemos pedir perdón y no los otros. Y hacerlo tantas veces como sea necesario no nos convierte en débiles, sino en semillas pacificadoras.
ResponderEliminarMe gusta que traigas el Evangelio semanal al Átrio :)
Un beso (o dos)
esta espacio de reflexión es bueno y me gusta, despierta en mi cosas adormecidas...
ResponderEliminarel Perdón y la Caridad son la base del ser, solo que son las mas olvidadas en este mundo de hoy, recorro mi vida hacia atrás y veo a cuantos pude haber echo feliz tan solo con una palabra, el perdón a algunos nos cuesta mucho..
te abrazo querida Mariluz
saludos Rafael
Maravillosa entrada. Lo más maravilloso del ser humano se alcanza a través del perdón. No caben dudas. Muy buen post. Saludos cordiales.
ResponderEliminarGracias a todos vosotros que dais vida al Atrio de los Gentiles con vuestra presencia. Saludos, Rafa
ResponderEliminar