Cuando las cosas se hacen por amor, suelen salir bien. Si buscamos sinceramente “ganar un hermano” y no un “enemigo”, se logran restablecer las relaciones. Quizá la pregunta básica sería: ¿a quién tengo delante cuando realizo una corrección?, ¿lo siento realmente como “mi hermano”?
Equivocado, desorientado, pecador... pero “hermano”. Si no es así, no sigamos adelante. Si no me duele lo que voy a decirle, si no titubean mis palabras por miedo a herirlo aún más, si no temo hacerle más daño al situarlo ante el espejo de sus errores... Si no lo amo y deseo por encima de todo el bien de “mi hermano”, entonces mejor no corregir.
Quien ama de verdad no busca recriminar despiadadamente los fallos del otro, no se sitúa con superioridad dando lecciones de moralidad, no es “juez” de la vida del hermano. Y, por supuesto, no fomenta “corrillos públicos” en los que todos tienen derecho a criticar la mota del ojo del vecino, sin apreciar las dimensiones de la viga en el suyo.
El buen samaritano, que conmovido por el dolor del hombre caído se acerca y se inclina para vendar sus heridas, y lo levanta subiéndolo a su propia cabalgadura buscando su recuperación, es la representación gráfica de la auténtica corrección fraterna.
¡Quién no ha esperado alguna vez la comprensión de los demás! ¡Y cómo nos duele y desconcierta el rechazo de las personas que amamos! No neguemos la mano “amante” y la mirada misericordiosa al hermano caído, que es "pecador" pero "hermano".
Demasiadas veces nos creemos capacitados para recriminar la actitud de los otros aireando sus faltas o errores, avergonzándolos en lugar de ofrecer nuestra ayuda para subsanarlos, directamente con la persona... no debemos caer en la trampa de creernos mejores que nadie.
ResponderEliminarun abrazo grande, pater :)
Como bien dice MARILUZ, nadie es mejor que nadie y salvo que partamos de la base de la empatía , de ponernos en el lugar del otro y buscar su bien y no puramente el reproche por el reproche o la humillación, cualquier corrección estará de más...una porque en le fondo lejos de querer ayudar, buscará evidenciar el fallo y dos porque el sujeto de la corrección jamás reconocerá su error si se lo estampamos en la cara.
ResponderEliminarPensé que este era uno de los blogs de MARILUZ, como la veo comentando me doy cuenta que no es así... sea quien sea su autor, un abrazo :-)..para MARILUZ tres besos:-)
Querida María :) en el blog "El atrio de los gentiles" yo colaboro publicando alguna cosa... Rafa (el autor de las últimas entradas) es un querido migo mío de Marbella, sacerdote -muy joven. Él tuvo la idea de crear el blog donde intercambiar opiniones todas las personas que quieran sin distinción de credo o cultura, incluso idioma y ahí estamos aprendiendo de todos y compartiendo todo cuanto se nos ocurre :)
ResponderEliminarTus comentarios siempre son valiosos así que vuelve siempre que quieras :)
besos para ti y feliz semana ¡guapa!
es verdad el escrito, solo el amor cambia a las personas..
ResponderEliminarsaludos Mariluz